Primero me gustaría ponerles en antecedentes diciendo que no soy una persona violenta, cuando aparece cualquier imagen de una reyerta en televisión, por mínima que sea me hace directamente que la apague o cambie de canal.
Después de deciros esto os voy a contar una cosa que me ocurrió con vientidos añitos, (si me hubiese pasado ahora, hubiese sido muy distinto).
Una mañana de un lunes suena mi teléfono y contesto:
- Dígame.
- Hola, ¿Eres Sonia?.
- Sí, digame.
- He visto tu anuncio y me gustaría que nos viesemos esta mañana, si puede ser ahora.
- Claro cariño, estoy libre, podemos quedar para pasarlo bien.
-Ya, pero... No he visto en tu anuncio los servicios que ofreces.
- Pues practicamente todo menos griego...
- Me gustaría un servicio especial, me gusta que me traten mal.
Lo primero que se me vino a la cabeza es que era un pirado y la verdad es que me dieron ganas de cortarle el teléfono, pero la verdad es que ese mes estaba un poco flojo y necesitaba dinero.
- Si, a eso concretamente.
- Por supuesto, (no lo había practicado nunca, realmente no sabía lo que tenía que hacer), pero como ya os digo no había sido un buen mes y había que hacer lo que fuese. Así que convenimos el precio, le dí la dirección y a esperar con el temor de lo desconocido.
Una hora mas tarde, suena el timbre, abro la puerta y aparece un hombre de mediana edad, guapete, con alguna cana en la cabeza delante de mi.
- Hola guapo, dame dos besos, (y tres, y cuatro, y cinco...ese hombre desprendía un olor maravilloso).
- Hola Sonia, eres muy guapa. (Tu si que eres guapo, pensé yo para mi).
- Gracias, pasa al fondo a la habitación y vete desnudando. (que si no puedes tu, ya te desnudo yo).
Generalmente me gusta asear un poco a los clientes, ya que sobre todo la zona de los testículos es una zona que en verano, suda mucho, y cuando estas haciendo una mamada no es agradable estar oliéndolo. Pero este hombre olía a gloria.
Entré en la habitación y el estaba sentado en calzoncillos en la cama, yo empece a meterme en el papel:
- ¿Qué te pasa?. Te he dicho que te desnudes y tu te has quedado en calzoncillos. ¿No vas a hacer caso a tu ama?.
- Si por supuesto, perdona ama, dijo el con voz suave.
- Maldito esclavo, le dije yo mientras le pisaba los testículos contra el colchón de la cama.
La verdad es que conforme iba subiendo el tema y yo me asentaba en el papel, me estaba dando cierto morbillo la situación.
- Arrodíllate y bésame los pies, le dije.
El se arrodilló como buen esclavo y comenzó a besarme los pies y fué subiendo con los besos hasta que llego a mi vagina, donde me hizo el mejor sexo oral que yo había tenido, tanto que tuve que recostarme en la cama, ya que me temblaban las piernas. Me puso tan cachonda que casi me corro en su cara, (y mira que a mi me cuesta tener orgasmos, reales...).
Después de un rato, dándome placer me dice:
- He sido muy malo y tengo aquí algo que me gustaría que utilizases conmigo. Se acercó a su abrigo y saco un arnés, algo que por aquel entonces yo no había utilizado nunca, (ahora casí a diario).
Entre lo cachonda que estaba y lo morboso de la situación, cogí el consolador y me lo até a la cintura y le dije:
- Date la vuelta maldito esclavo, que vas a pagar caro todo lo que has hecho.
El muy sumiso se dió la vuelta ofreciéndome su precioso culo abierto, delante mia. Le unté un poco de vaselina con los dedos e introduje directamente el pene de goma en el culo de mi sumiso.
- Te gusta, maldita puta. (que es lo que siempre me lo dicen a mi, así que aproveché).
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Primera experiencia sado |
Yo estaba disfrutando como una loca, estaba cachondísima, entre lo que me había hecho este hombre, y la extraña sensación pero placentera de estar follándomelo... Pero, noté que algo no iba bien, el se quitó rapidamente pero ya era tarde, SE HABÍA CAGADO ENCIMA. Increible pero cierto, que asco, se me bajó todo el calentón de golpe, y el salió corriendo y se metió en el wc y cerró la puerta.
Yo cogí las sabanas y directamente las tiré a la basura en una bolsa, y a los cinco minutos salió de baño con la cara roja como un tomate.
-Lo siento mucho, era mi primera vez y...
-No te preocupes, pero para la próxima podías avisar.
Así que con las mismas, le dí la bolsa con las sabanas manchadas para que la tirase al contendor, abrí las ventanas y me despedí de él, jodida por el corte de rollo, y por la peste que se me había quedado en la habitación...